12.06.2016... Nadie puede sustituir a nadie.

Parece que el sol y el calor comienza a ser parte de nuestros días. Y yo encantado. Encantado de despertar y ver el cielo azul, encantado de poder ir sin mil capas de incómodas ropas o de portar ese odioso paraguas para no mojarte la cabeza mientras los zapatos y pantalones llegan empapados a la oficina.

Estoy encantado de este clima, de que duren más los días y de que parezca que cada persona con la que te cruzas porta una gran sonrisa.

Pero no todo tenía que ser perfecto, aunque sí lo compensa, vivo en un constante moqueo y estornudo desde hace un par de semanas. La alergia me ha atacado de lleno, haciendo que tome alguna pastilla de esas que te dejan más atolondrado de lo que suelo estar normalmente.

Y así, con este sol, con algo de sueño, pero mentalmente recuparado de la semana, esta mañana he hecho una sesión running solitaria, no excesivamente larga, pero suficiente para cargar las piernas y dejar algunas toxinas sobre las calles de Getafe. Física y mentalmente correcto el esfuerzo, pensando en iniciar las tareas que esta semana debo afrontar.




Comentaba que levanté con sueño porque la noche ha sido algo movida. 

Ayer fuimos a recoger a quién ya es  nueva miembro de la familia: Kika

Kika es una Teckel Kaninchen que conocí hace un par de meses, casi recién nacida, en De Colage. Llamé, por recomendación de un amigo, para comentar que en unos meses quería adquirir un teckel. No sé por qué, desde hace tiempo se convirtió, junto al galgo, en mi raza de perro favorita. 

P, el criador de teckel, me comentó que para junio no sabía si tendría nuevas camadas pero que en ese momento, con algo más de un mes, tenía una teckel preciosa, kaninchen auténtica. No lo pensé mucho. Le dije que me iba a verla inmediatamente. 

Y así hice, cogí el coche y me lancé al lugar indicado. Cuando vi, me enamoré completalemnte de esa cara simpática y elegante a la vez. Pero no podía llevármela todavía, no quería interrumpir ni desconcentrar los estudios de A. Le pedía a P que me la cuidase hasta junio y así ha sido. La he visitado un par de veces más pero hasta ayer no fuimos a recogerla.

Nadie puede sustituir a nadie. Kika no va a sustituir al gran Mozart (he vuelto a leer lo que escribí hace exactamente seis años y se me ha encogido el corazón), porque Mozart era Mozart y Kika será Kika; cada uno con su personalidad. 

Volver a tener un perro en casa nos llena de alegría a todos. Hace seis años, justo seis años, perdíamos a Mozart. Nos dejó tan apenados que pensamos no volver a compartir la vida con otro perro. Pero aquí está Kika, buscando su hueco en esta casa.

Ayer, tras tres meses de convivencia en un entorno fantástico, junto a su madre y familiares diversos, Kika se vino a vivir con nosotros. Se mueve lenta de un lado a otro, está triste. Es lógico, le va a costar adaptarse a esta nueva vida. Los olores, los sonidos, la libertad, el calor de su madre. Todo le falta y en su mirada perdida sólo encuentras una pena que, poco a poco, seguro, irá perdiendo.

Esta noche no ha dejado de llorar. A todos se nos encoge el corazón de escucharla. Nos ponemos en su lugar, pero sabemos que va a recibir tanto cariño que pronto no echará de menos a los suyos.

Es curioso cómo un animal puede llenar una casa. Nos hemos vuelto a dar cuenta de la falta de Mozart con la llegada de Kika. Dos estilos diferentes, pero creo la misma simpatía y elegancia.

Siempre he creído y sentido que la fidelidad, sentimiento y cariño que te transmite un animal es, en ocasiones, mucho más verdadero y auténtico que el de algunas personas.

En fin, con este breve repaso al fin de semana, voy a terminar el domingo. 

Feliz noche...

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