28.03.2015... Andar, pasear, caminar...!



Hay días que te hacen sentirte feliz tan sólo por el hecho de estar vivo. 

Te levantas y ves el sol. Realmente parece que el invierno queda atrás y dan ganas de salir a la calle y no entrar. Absorber todos esos rayos que el sol desprende para recargarte y llenar de luz tu vida.

En días como hoy, uno vuelve a valorar ese acto tan humano y beneficioso como es el de andar, caminar, pasear.

Es verdad que pocas veces podemos hacerlo. Siempre con esas prisas en nuestras vidas, siempre tan atareados. Tampoco en los momentos que tenemos libre lo hacemos, decidimos lanzarnos a la calle y andar.

Soy corredor. Entiendo el correr como ese ejercicio que me depura y desintoxica de tantos excesos. También me ayuda a equilibrar mi mente y espíritu. Siempre he dicho que el mejor sustituto de un psicólogo es salir a correr. Y la mejor decisión, además, sería hacerlo con un coach (jeje). Y si encima el que sale a correr consigo mismo es coach, el éxito de la carrera está asegurado en todos los sentidos. Pero correr es correr y andar es andar. No tiene nada que ver.

Thoreau decía, reflexionando sobre el caminar, que "las caminatas de las que yo hablo no tienen nada que ver con eso que llaman 'hacer ejercicio' -como si habláramos de los enfermos que tienen que tomarse su medicina a unas horas determinadas, o como quien levanta unas mancuernas muchas veces cada día- sino que son por sí mismas la empresa y la aventura de nuestra jornada. Si de verdad queréis hacer ejercicio, id en busca de las fuentes de la vida. Qué ridículo resulta ese hombre con sus pesas arriba y abajo para tratar de mantenerse sano, mientras en las altas praderas la salud brota a borbotones allá donde a él no se le ocurre acercarse."

Y estoy de acuerdo.

Pasear es degustar el mundo. Pasear es encontrarse consigo, disfrutar de la belleza del paisaje sea el que sea: las calles de ciudad, el campo, el horizonte, el cielo, el mar.

Pasear te ayuda a pensar, a reflexionar lento. Pasear durante un rato, el tiempo que puedas,  es como ese instante mindfulness, que te permites una atención plena, que te desconecta del mundo y del que no quieres salir más que para seguir paseando.

Caminar, pasaer, andar.

Todos los viajes comienzan con un primer paso. Lo decía el sabio Lao-Tsé "un viaje de mil kilómetros empieza con un paso."

Paseando se recuperan los más bellos encuentros con uno mismo. En mis paseos han nacido esos versos que luego dejo en mis cuadernos, esas ideas o pensamientos que muchas veces malgasto en mis adentros.

Son versos sin inspiración, son ideas nada forzadas o son reflexiones  acertadas. Es mi puro yo. Ese yo que sólo surge en los paseos, andando, caminando.

Siempre que tengo algún problema o necesito resolver o tomar cualquier decisión, salgo a andar.

No he encontrado nada más reconfortante, o estimulante, como esa sensación que produce andar.

Busco siempre mis momentos para caminar. Trato de aprovechar algunos trayectos para hacerlos caminando, andando, paseando. Bajo la lluvia, con frío pero...

Llega la primavera y parece todo se viste de tal belleza y alegría que sólo te entran ganas de andar.

Anhelo ya  reencontrarme con esos campos manchegos, con esos caminos míos que tantas veces he recorrido y no cansaré de recorrer; andarlos, caminarlos con la mente perdida en pensamientos, con los brazos en libertad o en los bolsillos, si el viento frío obliga, pero siempre encontrando esa paz que sólo aporta esa acción del caminar.

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