31.07.2015... De lecturas veraniegas.

Finalizando el día y finalizando este largo, intenso, caluroso y cansino mes de julio, uno comienza a pensar más en las chancletas, la arena pegada al cuerpo y, sobre todo, en dedicar el máximo tiempo posible a la familia. 

Tiempo es lo que necesitamos, tiempo es lo que se nos va al desperdiciarlo y tiempo es el que con los años añoramos.



Los veranos comienzan siempre con esa incertidumbre de no saber qué pasará. El primer día de verano siempre es especial, llegas con esa alegría y ganas de todo, buscando la desconexión con lo habitual, hasta que te das cuenta que lo habitual también se echa de menos.

Pero lo cierto es que hoy comienza mi ritual veraniego. Hoy comenzamos esa escena que nos conmueve y nos lleva a los preparativos. Los míos son clásicos y el que más tiempo me lleva, siempre, es el de los libros; esas lecturas que porto en la mochila con el ánimo de devorar, y que del acierto depende, en gran medida, no sentirme huérfano de letras.

Tengo mi lista ya preparada, como cada año, de lo que llenará de sabiduría mi petate:




No sé en cuál de ellos me entretendré más,  si seré capaz de leerlos todos, o si volveré con ansia de otras lecturas diferentes. Lo que sí sé es que estos me acompañarán estos días.

Y así, seguimos caminando...

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