14.08.2015... 'La isla del padre' y Fernando Marías.

Va uno posando sus ojos de libro en libro como si le faltara tiempo. Y es verdad, justo es eso lo que falta siempre en la lectura: tiempo. Crees que el verano, te va a permitir dedicarte a esos placeres literarios con más soltura, pero los días se van llenando de tiempos diferentes.



Terminé de leer en días pasados "La isla del padre" de Fernando Marías. Me ha gustado mucho por lo íntimo de la historia: una libro que se escribe, con verdadera emoción y devoción, tras el fallecimiento del padre. Es un libro que mueve y remueve.

Fernando hace alguna reflexión de las que hacen pensar, incluso de las que te remueven la conciencia. 

Cuántos momentos desperdiciamos de estar con esas personas que amamos, que lo han dado todo por nosotros, que siempre han estado y están ahí, pero que la naturaleza les hace que vayan restando más que sumando. Y nosotros, mientras,  dedicamos la vida a vulgares y variadas estupideces. Siempre llegará ese instante en el que ya no queda tiempo: ese instante de la reflexión y el arrepentimiento. 

La verdad es que este librito, que se lee de tirón, me ha venido en un momento en el que reflexiono mucho sobre los ciclos de la vida. Todo en la vida son ciclos, etapas. La muerte, por ejemplo, es una de esas etapas que nos toca vivir de diferentes maneras, según la edad que tenemos. 

Primero vamos perdiendo a los abuelos, luego comenzamos a perder familiares más o menos cercanos, comenzamos a dejar en el camino a amigos, de esos mayores de los que uno se hace acompañar, y luego comienza esa triste y durísima etapa que nos va acercando al final: es cuando ves cómo los padres de tu generación comienzan a despedirse.

Son esos momentos en los que comienzas a mirarte en el espejo de otra manera. Y no buscas si el peinado te ha quedado bien, si tienes una o dos espinillas o la cabellera más o menos poblada. Es cuando miras para ver el reflejo de los años, de esos años que no hace tanto tenían tus padres, pero que ahora la edad comienza a pesar porque resta. 

Es cuando realmente comienzas a sentir lo que les quieres y las pocas veces que se lo has dicho. Es cuando analizas todos esos momentos en los que te has excusado por  no visitarles o verles mientras terminabas no sé qué trabajo o, simplemente, porque creías necesitar tu absurdo descanso anti estrés.

¿Cómo puede ser que la vida pase tan rápido? O, ¿cómo puede ser que perdamos tanto la vida? Parece que fue ayer, pero no lo es. 

Algunas veces pienso en cómo afrontaré ciertos momentos que espero y deseo tarden muchísimo tiempo en llegar. Ni creo estar preparado, ni creo que nadie lo pueda estar.

"Te quiero mucho y nunca te lo he dicho.
Mucha gente vive y muere sin decir te quiero a sus seres queridos o sin que ellos se lo digan. Pero en nuestro caso era una necesaria culminación, el cierre preciso, este y no otro, del círculo de nuestra vida compartida. Esa frase podría ser el alma de este libro, esa línea única con la que, según dicen, todo libro debe ser definido. Dije también palabras de agradecimiento. Nunca le había dado las gracias por propiciar la oportunidad de que yo pudiera ser quien soy. Por supuesto, lo que soy lo he hecho yo, lo bueno y lo malo, pero él peleó para ayudarme a serlo, entendió mi proyecto vital, lo apoyó, creyó en él en los peores momentos, lo financió, y por suerte pudo luego sentirse orgulloso de algunos logros. (...)"

¿Quién no se ve reflejado en estas palabras? ¿Y por qué esperar? El después siempre es tarde.

El libro de Fernando Marías es de una gran belleza literaria. No esperaba algo así. Son páginas en las que se cargan las emociones, las reflexiones vitales y, también, esos momentos de agradecido humor. Es una breve historia de una larga vida, la de un padre. Es un libro muy sincero que evoca también la vida del propio escritor: el por qué de haber dedicado su vida a la literatura.

"Los escritores nos hallamos en el lado de quienes pueden merodear por la mente ajena para imaginar mecanismos de pensamiento o de conducta, para tratar de entender comportamientos y reacciones concretas. Con todo, nadie puede saber los actos secretos de nadie. Los secretos que solo uno conoce son los únicos blindajes seguros del planeta."

Comencé a leer estas páginas de "La isla del padre" dónde he terminado: sentado en la arena, frente al mediterráneo, al ritmo de la cálida banda sonora de las olas y con una sensación fatigosa importante: el tiempo se nos entrega cada día en un saco de vida, podemos ir tirándolo o aprovecharlo.

Es verdad que cuando me he sentado a escribir estas líneas tenía otro ánimo. Ahora termino con algo de emoción y en un estado más sentimental. No se me da bien hacer recomendaciones. Me he dado cuenta que lo más importante de un texto es que te pellizque el corazón y la conciencia. Quiere decir que el autor, Fernando, con ánimo o sin él, puede estar seguro de haber rendido el homenaje deseado.

Feliz noche...

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