29.12.2015... Vayamos concluyendo.

Mientras contemplo, perplejo, el ambiente político español; mientras, asombrado, en esta época navideña, reflexiono sobre lo que puede ser el futuro de nuestra España; mientras la huella del mazapán en mi cuerpo, me retiene pensativo en cómo iremos, caminando o corriendo, a partir del 1 de enero para despojarme de los excesos; mientras me vienen versos, de esos que prefiero recoger y guardar, a dejar pasar; mientras el sol nos alumbre cada día y la vida me esconda del resto; mientras piensas que has saltado al invierno sin enterarte ni del solsticio; mientras va ocurriendo todo esto me doy cuenta de que las páginas de este año se van terminando y yo sigo aquí, dejando caer las manos en el teclado, corrompiendo palabras y construyendo recuerdos, esos recuerdos que algún día, sin son leídos, dirán lo que he sido, lo que fuimos y sentimos.

Dice Ricardo Pligia que "lo esencial de un diario es que no se corrige, es lo más parecido a la noción surrealista de la escritura automática, uno escribe en el momento, se deja llevar por un impulso espontáneo casi demencial. Se registra lo que se vive sin distancia, lo que tiende al presente...".




Así es aunque, realmente, no se escribe todo lo que se vive. Hay mucho de lo que uno vive que es imposible registrar, quedará para siempre en el olvido en el mismo momento en el que la mente se apague. Todos tenemos historias que  guardamos sólo para nosotros. Son esos momentos, pensamientos o reflexiones que no queremos compartir con nadie.

En este momento de gran trascendencia, que vivimos en nuestro país, están ocurriendo muchas cosas que van a repercutir en el futuro de todos. Sin ninguna duda también va a repercutir en mi futuro, ya que tendré que tomar alguna e importante decisión. Por eso en estos días prefiero dedicarme a la reflexión y escritura más literaria o poética. 

Ayer emborronaba mi cuaderno con unos versos, de esos que a uno le vienen mientras camina, temprano, por las calles de Madrid, en ocasiones sin saber por qué, pero que son como un suspiro emocionado que queda ahí. Leído días después me viene a la cabeza el momento exacto de su nacimiento, del nacimiento del verso. Podrán pasar los días y los meses, pero siempre sabré dónde surgieron...


(...)
Cómo me gustaría
sudar en tu garganta
zambullirme en tu sonrisa
y no perder ni un momento
sin acariciar tu mirada. 
(...)



He terminado de leer  'Diario del anciano averiado' de Salvador Paniker.


Me ha gustado muchísimo, como todos los volúmenes anteriores. Los diarios de Paniker son unos diarios en los que más allá de la cotidianeidad de una vida, la suya, nos invita a reflexionar y aprender. Pero estaba deseando terminar el libro, no porque me estuviera aburriendo (si hubiera sido así lo hubiese abandonado hace tiempo), sino porque deseaba comenzar el nuevo volumen de mi diarista favorito, Andrés Trapiello, que esta vez titula: 'Seré Duda'.

Y así, entre saltos y sobre saltos, entre filósofos y poetas, entre coach y yoguis, voy llegando, cansado, a este final de año.

Creo que necesito algo de descanso, de quietud. Necesito detenerme, desacelerarme, poder mirar y examinar tranquilo todo. Tengo esa sensación que sólo en estas fechas me viene, de complicarlo todo.

Vayamos concluyendo...

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