17.07.2016... Reconvirtiendo.

Escribo estás líneas desde uno de mis rincones favoritos. Ahora mismo, veo el sol que va cayendo sobre un campo dorado, repleto de alpacas que brillan en el infinito. 

No es habitual terminar la semana así, desde aquí, desde Minaya, pero he de decir que esta experiencia de preludio veraniego, más necesario que deseado, me ha traído a embriagarme de campo, de pueblo, de mi tierra. 

Ha sido necesario porque el agotamiento mental y físico aconsejaba un parón en seco. Uno de esos parones que sirve de reconversión y reflexión antes de continuar con la acción. Por otro lado, y por qué no decirlo, buscar unos días en este espacio mío, era algo que me apetecía desde hacía tiempo. 




He hecho, también, un paréntesis de momentos poéticos, de esos que la vida te trae por sorpresa, de esos que sin duda están y se llevan. Buscar los equilibrios es tan importante como vivirlos. Para vivir los momentos no hay que dejar nunca de equilibrar la vida. 

No puedo decir que haya comenzado, del todo, con muy buen pie. Una ciática me acompaña desde principios de la semana y me obliga a mantener el reposo y no hacer excesos deportivos. Tampoco viene mal como descanso, el problema, siempre está que, en estos parajes manchegos, la gastronomía supera en exceso las calorías permitidas en el equilibrio vital. Por otro lado ¿y qué más da? ¿no se trata de disfrutar? 

Tampoco llegué aquí dejando allá del todo los problemas. Y eso me está haciendo reflexionar sobre algo que aconsejo habitualmente y que a mi, en determinadas ocasiones, me es difícil seguir: revertir las emociones negativas. 

A veces nos sentimos nerviosos, estresados, enfadados o crispados por ciertas cuestiones. Todo puede ser un instante, todo puede ser un momento. El simple hecho de mirar el cielo, o contemplar este campo vibrante, nos puede cambiar y estar la mar de bien. 

Los problemas no los causan tanto las situaciones como la manera de interpretarlas o pensarlas. Estos pensamientos nos hacen sentir y actuar de una manera concreta. 

Aquí trato de reflexionar por unos días y cambiar pensamientos. Es muy difícil cambiar, de un día para otro, hábitos y comportamientos, pero no pensamientos. Los pensamientos se pueden cambiar y moldear según más nos interese. Depende de ello nuestra calidad de vida. Debemos de alimentar nuestro interior para que no nos afecte tanto el exterior que nos rodea. 

El estoicismo, más en concreto el gran Marco Aurelio, se refería a ello como la ‘ciudadela interior’. Creo que era algo así. Poseer un carácter interno que seamos productores de bienestar, independientemente del exterior. 

Así que de momento, amigos, vamos a seguir unos días poetizando instantes y, ahora que ha cae el sol, regando el pequeño huerto. 

“Ni una voz, ni un sonido conviviéndose en él. Si hundo mi mano extraigo sombra; si mi pupila, noche; si mi palabra, sed.” José Ángel Valente

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