22.10.2016... Divagaciones de sábado por la tarde.

Así, acoplado en el sillón, tranquilo, repasando en pensamientos lo más y lo menos, lo que merece y no merece, lo que importa, lo que te crece y decrece.

El miércoles pisaba las calles de Guadalajara mientras la lluvia me buscaba; el jueves llegaba a los 27º por las sombras de Sevilla;  hoy saciaba mi respiración con el oxígeno de los campos de Minaya en un breve viaje que he terminado hace un rato.

¿Cansado? No puedo decir que no, pero contento. Reflexivo. 

Hay quién se dedica a incordiar y tratar de desvirtuar la vida de los demás con estrategias sin sentido, difusas y dignas de la más despiadada maldad. Nunca tuve necesidad de buscar o generar el mal a los demás, ni siquiera a los que pudieran merecerlo por sus actos u omisiones. Siempre he creído que no merece la pena. Por eso, tal vez, no he entendido jamás a aquellos que lo hacen.

Sé que no soy un tipo tranquilo. Los conflictos me persiguen sin querer. Soy ese tipo de personas a las que le es muy difícil no vivir en tensión. Si no es por una cosa es por otra; si no viene, parece que la busco.

No sabría vivir tranquilo y no me doy cuenta, o sí, que así voy muriendo despacio.

Y ¿qué hacer?

Nunca he contado que, realmente, soy una persona que no disfruta de la tensión, que sufre el doble que los demás con los problemas propios o ajenos. Siempre he sabido que mi vida es un constante problema y, además, sé exactamente cuando comenzó.



Tal vez por eso me busque en mis momentos de silencio, en mis encuentros espirituales cada vez más budistas o en esa necesidad de oxígeno o sonrisas puras que consiguen hacerme desconectar.

Estos días de trabajo en Sevilla he descubierto lo distintas que pueden llegar a ser las ciudades cada vez que las pisamos. Sus calles, sus adoquines, sus paredes y rincones nos pueden sorprender de nuevo, aunque las hayamos visto otras muchas veces antes.

Todo puede ser tan nuevo como viejo.

Hoy, en Minaya, en una de esas visitas en el día junto a mi padre. El olor, la humedad de la tierra, las plantas, la comida junto a una copa de vino en ese increíble rincón que es el Restaurante el Cubillo de Pilar.  

Todos los años, todas las veces, todo tan diferente y nuevo dependiendo el momento en el que miras. 
"El poema es una organización de palabras que define instantes en el tiempo, creando una realidad estética, sensorial y sonora, una realidad que sólo existe en el poema." Pere Gimferrer
La poesía se encuentra en cada rincón, si lo deseamos. Pero cierto es que cada uno tiene los suyos. El mío, es aquel en el que el aire es tan puro que huele a vida: y siempre me apetece respirarlo, aunque sea un rato. 

Hay momentos en los que respiramos vida aunque otros traten de ahogarnos. Me quedo con esas sensaciones, con esos instantes. Me quedo con el Sevilla de esta semana, con la poesía al caminar;  y hoy, cómo no, con ese Minaya que, sin duda, provoca que, más allá de las calorías, no olvide nunca de dónde vengo que, al final, es a dónde voy.

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