15.11.2017... Si crees, puedes.

Es como si el frío me arrebatase las ideas y la fuerza, a sabiendas de que es en esta época del año cuando más necesito: fuerza e ideas.

Difícilmente me despierto cada día sin un pensamiento o reflexión, sin una idea que me haga levantar con la misma pasión y gratitud que cuando me acosté. Eso sí, reconozco que, en estas fechas ya frescas, temprano, del coche al tren y del tren hasta que entro en calor con esa caminata diaria, a ritmo y paso acompasado, legionario, cruzando la calle Alfonso XII camino de Serrano, sufro una especie de congelación mental que me produce dos cosas: malos pensamientos o ideas poco poéticas.


En los noticiarios de estos días, nacionales e internacionales, no se habla de otra cosa que del triunfo de Donald Trump en los Estados Unidos. Es como si la perplejidad hubiera dejado descolocados al mundo entero e, incluso, universo. Creo que en algunos de esos planetas, todavía desconocidos, pero seguro habitados por marcianos y marcianas variopintos, han decidido, ante tal triunfo de la familia Trump, dejar para otro milenio su visita a nuestro amado, pero mal cuidado, planeta Tierra. Fijaros pues hasta dónde llega la repercusión.

Más allá de que no me gusta nada, más allá de que no comparto ni ideas ni formas, más allá de que continúo pensando que los oportunistas, dígase populistas, de la izquierda o la derecha, de la decencia o indecencia, son peligrosísimos para la sociedad. Más allá de todo eso y más, el caso es que Donald Trump ha ganado las elecciones porque la mayoría de los electores le ha votado. Y lo primero para que alguien te vote, para que alguien te siga y crea en ti, es que tú mismo creas en ti y en tu proyecto y seas capaz de trasladarlo con la suficiente pasión al resto.

Este es el mayor éxito de este hombre, empresario, que ha sufrido más de un patinazo en su vida, alguno de ellos importantísimo: creer en sí mismo

Les auguro que se escribirán miles de líneas, cientos de libros, sobre lo que ha ocurrido y cómo ha ocurrido en los Estados Unidos. Les auguro, a partir de ahora, muchos libros sobre el liderazgo de este hombre que, a día de hoy, es prácticamente vilipendiado por todos pero que, pasado mañana, a partir del mes de diciembre, le harán la pelota casi todos los que hoy le critican. Muchos de esos, lo ejemplificarán como un verdadero caso de éxito.

Este hombre, digo, ha tenido todo en contra para ser candidato y Presidente. Fue candidato, y ahora será presidente, de la primera potencia del mundo simplemente porque no paró, porque no dio un paso atrás, porque tenía un objetivo claro y avanzó hacia él sin hacer caso de lo que decían los demás.

Ahora vemos en las noticias, manifestaciones en todos los estados en contra de quién nadie pensaba podía ser elegido. "No es mi Presidente, no me representa", dicen aquellos que se sienten perdedores. La democracia es así: la mayoría elige. El respeto a la democracia es esencial para la convivencia. Resulta muy curioso, alarmante diría yo, que existan fuerzas políticas que no asuman su derrota en las urnas. Aquí mismo, en España, ocurre algo parecido, con personajes evidentemente diferentes pero con cierto hilo conductor.

Sé que el caso no es comparable, ni la persona ni las ideas, ni las formas ni tampoco los proyectos, pero en España, aunque no lo queramos reconocer,  Rajoy ha vivido casi lo mismo.

Desde que fue candidato a las elecciones del gobierno de España, y perdió, por una decisión ni suya ni compartida, disparatada y egocéntrica, del anterior presidente del gobierno José Mª Aznar, ha sufrido ataques de dentro y de fuera, de los medios de comunicación; ha sido investigado de arriba a abajo él y su familia; han intentado ningunearle, ha sufrido chistes y menosprecios tremendos, pero él, simplemente, ha seguido caminando, hasta en los peores momentos creyendo, contra viento y marea en su proyecto para España. 

Esa es la fórmula para la vida, para nuestros proyectos, para nuestras ideas y empresas: focalizar el objetivo y caminar hacia él pase lo que pase, por muchos obstáculos que se interpongan en el camino.

Jamás hay que rendirse, jamás puede darse un partido por perdido hasta que el árbitro pite el final y jamás una derrota es un fracaso.

Es algo que aprendo cada día, con mi humilde experiencia. Es algo que trato de transmitir en mis conferencias, a todos aquellos que me importan y, en particular, a mi hijo que comienza a caminar en la vida desde esa adolescencia...

Todos podemos, si creemos. Todos podemos, si queremos. No hay nada imposible. 

Cree en ti, no hagas caso de los vampiros de la ilusión; no te dejes desanimar. No hay límites. El único límite eres tu. 

Si crees en ti no dejes de caminar hasta llegar.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 25

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 26

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 27