10.12.2016... Poética Minaya.


Ha anochecido este sábado en Minaya. Parece mentira cómo, en esta época del año, la noche se nos viene encima sin pretenderlo ni desearlo.

No hace más de una hora recorría estos campos mientra el sol volvía a ponerse dejándome contemplar, una vez más, la belleza de sus cielos.

Y todo lo especial está en los pensamientos que te producen momentos así.




Ahora, mientras escucho música, ya acoplado en mi rincón, me doy cuenta de la nítida hermosura que desprende la vida si la miramos con el ojo adecuado.

Hay músicas que te envuelven de tal manera que preferirías no acabasen nunca. Son esas notas que te hacen perder en mil pensamientos poéticos, en divinidades, en ese éxtasis vital que te hace reencontrar con tu verdadera filosofía de vida, que es esa paz y quietud que sólo tu sabes dónde se encuentra.

Me pasa en muy pocos lugares, con muy pocas personas y con muy pocos artistas. De vez en cuando, enfundado en unos de esos cascos que no permiten ni un solo ruido externo, en mi sillón, mientras miro ese cielo por la ventana, me pierdo mientras Roberto Caccipaglia golpea con suavidad el teclado de su piano produciendo una composición poética de notas perfumadas en versos de silencio. Y ahí me encuentro.

En ese momento soy incapaz de ver, de leer; soy incapaz casi de pensar, aunque todos los pensamientos se agolpen en este pequeño cerebro mío. Es en este instante, en el que desde este sillón mi mente recorre otra vez esos campos, abraza las nubes o siente esa tierna mirada sin que me vea.

He llegado a desprenderme de mi mismo, como lo hago en estos cuadernos en los que voy desnudando ideas, reflexiones y pensamientos, clasificándolos y disponiéndolos para que vuelen en esa libertad que sólo la palabra provoca.

Me niego a que nadie trate de borrarme momentos así. Tampoco soy nadie yo para borrar los momentos de felicidad de otros.

Adquirir tiempos así es adquirir el más preciado tesoro.

Lo presente es lo que tenemos y lo que dejamos pasar no vuelve.

Esta mañana Minaya amanecía entre nieblas, dejando poco a poco que el sol penetrase en su interior, sin prisa, pero de manera intensa.

Cuándo algo se vive de manera intensa queda prolongado en un tiempo mayor del que tarda en suceder.

Disfrutar de la vida es vivir el presente.

Respirar este olor, pisotear estos campos, contemplar el sol que se escapa inmenso, poético y sentir esa cálida y verde mirada desde la lejana cercanía.




Para qué más…

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