12.08.2017... Semblanzas de Verano XIX: los sueños.

Qué sorprendente es la mente; cómo me sorprenden los sueños.

Tengo que escribir, preparar, en estos días estivales, un par de ponencias para el mes de septiembre. Hasta el el día 15 de este mes he decidido no preocuparme mucho, pero sí voy anotando, entre arena, sol, playa, piscina y chiringuito, esas ideas que vienen o van en el momento más o menos oportuno. Mi proceso de escritura casi siempre suele ser así. Ir soltando ideas y detalles a destiempo y luego desarrollar el texto.

Esta noche, en mis sueños, escribía una de esas ponencias. Me acuerdo perfectamente cómo y dónde lo hacía. No recuerdo muy bien el contenido, pero sí de algunas de las ideas o dudas que me iban surgiendo según escribía. Cómo tachaba palabras, emborronaba folios u ordenaba los textos.



Ha sido tan perfecto como real, de hecho me he despertado con la sensación de tener el trabajo completamente terminado. Pero no es así.

La mente, nuestros sueños, son capaces de hacernos vivir una realidad inexistente pero que está en nuestro subconsciente porque tal vez sea lo que deseamos o queramos. Es la magia del cerebro, es la magia de la mente: es la vida.

Si mi cerebro esta noche hubiera estado conectado mediante algún cable al ordenador, esta mañana tendría el trabajo hecho y, posiblemente, listo para enviar.

No ha sido así y, por ello, tendremos que poner manos a la obra en breve.

Lo que sí dejé terminado ayer, listo ya para enviar a la editorial y comenzar con la edición, es mi libro ‘Silenciando el Camino’. Muchas dudas finales: cuánto más leemos algo, o menos nos gusta o más queremos cambiarlo.

Al fin y al cabo es un libro de pensamientos, autobiográfico, diarístico; no se trata de ningún ensayo científico o doctrinal. Publicar un libro supone un esfuerzo añadido importante sobre todo para aquellos que lo vivimos de principio a fin, sin mucha más ayuda que la de los propios editores.


Sólo cuando tienes en tus manos ese volumen de folios, cuando vuelves a leerlos una y otra vez, es cuando te das cuenta que algo vas dejando en el camino, a cada paso.  

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