06.12.2017... Entre libros II...!

Ayer por la mañana, salí a la calle y eran poco más de las 7 h. En un instante el frío me envolvió como queriendo buscar el cobijo de mis manos, esas que el tiempo va arrugando.

Caminando hacia la estación, no me quedó más remedio, grato encuentro, que contemplar un cielo pletórico acompañado de una luna inmensa, limpia.

Entendí el instante, el mensaje, el día; por el simple hecho de serlo, ya merecía la pena.

Hoy, festivo, he salido algo más tarde, tampoco mucho más pero lo suficiente para que el cielo ya tuviese un azul limpio e iluminado por el sol. El frío también arrebataba los gestos del cuerpo, pero he pensado exactamente lo mismo que hago cada amanecer, al despertar: el día merece la pena

Los días merecen la pena, cada uno de ellos, aunque haya momentos en los que los hacemos difíciles. Simplemente somos como somos, llenos de mil y una contradicciones, pero nuestras vidas son una extensión de lo que somos y somos lo que  creamos en nuestras mentes.

Pero hoy ni quería, ni quiero, escribir sobre nada que tenga que ver con liderazgo, las emociones, motivación o coaching. No me apetece.

Quiero volver a escribir de libros, de mis libros. No hace mucho, el mes pasado, escribí por aquí un post que titulé 'Entre libros...'. Vuelvo a ello.

Parece que este tiempo invita mucho más a la lectura, a buscar esos rincones en los que dejarte acompañar por los libros.



A veces uno puede tener frío y no tiene por qué ser debido a las bajas temperaturas. El frío nos puede venir por una sensación de desánimo, de baja moral o de esa soledad tal vez no deseada, ni consentida, que uno siente tan de vez en cuando.

Y cuando siento frío, me arropo con mis libros hasta que me vuelvo a calentar. En ellos está todo.

Creo que me sumergiría en un mar de libros hasta dejarme ahogar por esas páginas, que emanan tinta en forma de espuma, sin dejarme ni siquiera respirar.

Si los libros dejaran de acompañarme, como estos cuadernos, sería como uno de esos espantapájaros que se ponen en los huertos y al que todos los pájaros picotean chismorreándose de él.

Los libros, mis libros, son mi vida.

Estoy absorto, no sé si embebido o embelesado, en este inicio de invierno, en ciertos libros literarios que más que serlo son poesía en esencia.

Cuando uno encuentra, a la vez, unos cuantos lugares de esos en los que perderse con ansia de literatura, parece que le falta el tiempo para encontrarse con ellos.

Me castigo porque busco el lugar donde esconderlos para que mi manoseó no los castigue. Y me pregunto por qué. Tal vez porque nunca evito el subrayado o la doblez. Son mis libros. Ni me gusta prestarlos ni me gusta leer un libro prestado. Los mimo, los toco, los araño... simplemente los quiero.

Curiosamente algunos de ellos son dietarios personales, esos que se van escribiendo con el día a día de la vida y en los que algunos nos dejan verdaderas perlas literarias, otros, el resto de los mortales, no vamos anotando más que estupideces o miserias bañadas con algún licor poético.

Los últimos los he cazado como un tesoro. Los he esperado, casi he hecho noche frente a mis librerías de culto, para ser el primero en quitar, en algún caso, el plástico envoltorio y oler esas páginas recién impresas, frescas y, sin duda, deseosas de entregarse, abiertas, a la más lujuriosa posesión.

Hace poco descubrí a Avelino Fierro y su último libro publicado 'La vida a medias'. Reconozco no haber conocido hasta ahora a este autor que, con esta última entrega de sus diarios, tercer volumen, ha conseguido conquistarme. Curiosamente, o casualmente, en esta ocasión el prólogo del libro lleva la firma de uno de mis diaristas preferidos, Andrés Trapiello.


Y qué decir de la casualidad, esta semana fue una de mis adquisiciones, la última entrega de su Salón de Pasos Perdidos, 'Mundo es' (Pre-textos), último volumen de los 'Diarios' de Andrés Trapiello. Corresponde al año 2007. El primer volumen, 'El gato encerrado', aparecido allá por el año 1990, correspondía al año 1987. Veinte años después seguimos leyendo literatura y vida o vida literaria, en las miles de páginas que este hombre, de momento, nos ha entregado. No creo exista nada igual. Sé que en un inicio éramos pocos sus seguidores, incluso difícil encontrar aquellos primeros ejemplares (hoy ya en edición bolsillo); creo que ahora sus seguidores pueden ser cientos los que esperamos cada año la aparición de otro de estos vitales ejemplares.

Adquirí, a la vez, otro volumen de diarios también en una edición bastante buena. Corresponden al primer volumen del diario de Virginia Woolf. Los cuatro volúmenes que aún nos esperan, igualmente editados por Anne Olivier Bell, esposa de su sobrino, Quentin Bell, y que la editorial Tres Hermanas publicará también en España, darán buena cuenta de ello. Una obra maestra, sin duda, por su calidad literaria, y porque es la primera vez que se nos ofrece una versión fidedigna e inequívoca de Virginia Woolf.

En poesía ando perdido entre las páginas de dos poemarios: la Antología de Eloy Sánchez Rosillo, 'Hilo de Oro', que me tiene realmente entusiasmado y feliz de haber descubierto uno de esos poetas, antes desconocido para mi y, por otro lado, un librito bellísimo, completo, de una joven poeta que deslumbra en cada verso, María Sánchez y su 'Cuaderno de Campo'.

Leo un poco de filosofía motivacional, como parte de mis trabajos sobre liderazgo en 'Érase una vez... Una historia alternativa de la felicidad' de Derren Brown, libro que diré me está encantando ya que ratifica mis afirmaciones de que todo lo dijeron antes nuestros clásicos romanos y griegos, en su filosofía, no hace falta buscar en otros lugares la sabiduría ni siquiera la espiritualidad.

Y no pude evitar, el otro día, tras leer un par de maravillosas entrevistas, hacerme con 'Páginas escogidas' de Rafael Sánchez Ferlioso con el fin de adentrarme en el pensamiento de este maestro que cumplió, esta semana, nada menos que 90 años.

Creo que para este invierno, que dará comienzo en breve, no me falta de nada, literariamente hablando, para encontrar el calor que arrope los fríos que, de uno u otro modo, la vida y el día a día nos viene dando.

Feliz noche amigos.

Comentarios

  1. Hago míos tus pensamientos, amigo. Los mismos que me abrigaban esta mañana de fiesta paseando por mi querida Cuesta de Moyano, intentando que mi hijo pequeño heredara la misma pasión por la lectura y el lugar que me transmitió mi padre cuando yo era niño. Siempre que visito el lugar llego a casa con la sensación compulsiva de necesitar leer y enterrarme entre los libros. Porque todo está en ellos. Un abrazo.

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